martes, 16 de junio de 2015

TRATADO DE ANCON

                             TRATADO DE ANCON


Tratado de Ancón. Ocurrió el 20 de octubre de 1883, en el balneario de Ancón, a las afueras de Lima. Fue el tratado de paz que elaboró la entonces dirigencia política y social del Perú para terminar con la ocupación chilena de Lima, en los días finales de la Guerra del Pacífico (1879-1883). El documento, que llevaría el nombre oficial de ‘Tratado de Paz y Amistad entre las Repúblicas del Perú y Chile’, tenía 14 artículos y fue firmado por el diplomático peruano José Antonio de Lavalle, y su similar chileno, el embajador Jovino Novoa.

Consecuencias del tratado

El tratado de Ancón se podía reducir a cuatro consecuencias básicas. La primera fue que el Perú perdió la provincia litoral de |Tarapacá; la segunda, que el Perú cedió las provincias de Tacna y Arica por 10 años, estableciéndose que un plebiscito definiría si volverían o no al Perú.
La tercera consecuencia fue que el Perú perdió un millón de toneladas de guano, cuya ganancia quedó en manos del Gobierno de Chile y de algunos de nuestros acreedores; y, finalmente, la cuarta: El Perú recibiría solo el 50% del producto del guano de las islas de Lobos, solo cuando el tratado hubiese sido “ratificado y canjeado constitucionalmente”.
En cuanto a las relaciones mercantiles entre ambas naciones, si no había un convenio especial de por medio, se mantendrían en el mismo estado en que se hallaban antes del 5 de abril de 1879 (fecha del inicio de la guerra).
Como relata Basadre en su ‘Historia de la República del Perú (1822-1933)’ de 1939, este asunto de Tacna y Arica fue el que más controversia trajo a los ciudadanos peruanos, especialmente a los tacneños y ariqueños residentes en Lima, quienes nunca dejaron de sentirse parte del Perú, y protestaron en 1883 y 1884 por el plebiscito impuesto para sus provincias.

El post tratado de Ancón

Los días y meses posteriores a la firma del tratado fueron desmoralizantes.
Entre 1884 y 1885, estalló una guerra civil entre Cáceres e Iglesias por haber firmado el Tratado de Ancón, la cual culminó con el triunfo de Cáceres.
Tan acendrada quedó la idea de que el tratado de Ancón de 1883 era ya parte de la historia (pese a sus pocos años de vigencia), que ni el propio general Cáceres, ya en el poder por primera vez (1886-1890), lo recusó o intentó replantearlo.

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